29/6/07

Mientras existas, Angel González

Increibles versos de Ángel González:

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Mientras tú existas,
mientras mi mirada
te busque más allá de las colinas,
mientras nada
me llene el corazón,
si no es tu imagen, y haya
una remota posibilidad de que estés viva
en algún sitio, iluminada
por una luz—cualquiera...

Mientras
yo presienta que eres y te llamas
así, con ese nombre tuyo
tan pequeño,
seguiré como ahora, amada
mía,
transido de distancia,
bajo ese amor que crece y no se muere,
bajo ese amor que sigue y nunca acaba.

21/6/07

Mucho más grave

Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabés tan objetivamente como yo.


Sin embargo hay algo que quisiera aclararte
cuando digo todas las parcelas
no me refiero sólo a esto de ahora
a esto de esperarte y aleluya encontrarte
y carajo perderte
y volver a encontrar
y ojalá nada más.


No me refiero sólo a que de pronto digas
voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta:
bueno llorá
y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizá por eso salga enseguida el sol.


Ni me refiero sólo a que día tras día
aumente el stock de nuestras pequeñas
y decisivas complicidades
o que yo pueda o creerme que puedo
convertir mis reveses en victorias
o me hagas el tierno regalo
de tu más reciente desesperación.


No
la cosa es muchísimo más grave
cuando digo todas la parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo
también estas rescribiendo mi infancia
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran
y vos en cambio sabés que eso no sirve


quiero decir que estás rearmando mi adolescencia
ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos
y vos sabés en cambio extraer de ese páramo
mi germen de alegría y regalarlo mirándolo


quiero decir que estás sucumbiendo mi juventud
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos
esa sombra que nadie arrimó a su sombra
y vos en cambio sabés estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas
y quede la armazón de mi verdad sin proezas


quiero decir que estás abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia
este extraño confín de angustia y nieve
esta bujía que ilumina la muerte
este precipicio de la pobre vida.


Como ves es más grave
muchísimo más grave
porque con éstas o con otras palabras
quiero decir que no sos tan sólo
la querida muchacha que sos
sino también las espléndidas
o cautelosas mujeres
que quise o quiero
porque gracias a vos he descubierto
(dirás ya era hora

y con razón)
que el amor es una bahía linda y generosa
que se ilumina y se oscurece
según venga la vida
una bahía donde los barcos
llegan y se van
llegan con pájaros y augurios
y se van con sirenas y nubarrones.


Una bahía linda y generosa
donde los barcos llegan
y se van
pero vos
por favor
no te vayas.

6/6/07

Las Razones del viajero, García Montero

No sé porque, pero cuando leí estos versos sentí que García Montero describía exactamente como me sentía.
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Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.

Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.

Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.

Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.

Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.

De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.

No quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.

Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.

Tiempo de habitaciones separadas.

4/6/07

El don de la comunión

la Iglesia, comunidad congregada por el Hijo de Dios encarnado, vivirá en la sucesión de los tiempos edificando y alimentando la comunión en Cristo y en el Espíritu, a la que todos están llamados y en la que pueden experimentar la salvación donada por el Padre.

Reconozcamoslo, excelente reflexión sobre la naturaleza y misión de la Iglesia. Pueden seguir leyendo en http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2006/documents/hf_ben-xvi_aud_20060329_sp.html

Distancias

Estas líneas las escribí la semana pasada. Creo que es lo mejor que he escrito hasta ahora.
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Hay veces, hay veces que te siento tan cerca,
que pienso que tú y yo somos uno.
Los cielos combinan tu mundo y mi mundo.
mi sueño se cumplen apoyado en tu espalda.

Hay veces, hay veces que te siento tan cerca,
que somos un alma separada por dos trozos de piel;
tus manos, las mías, los ojos, los labios de miel,
viajantes eternos montados en la misma barca.

En esos días, quisiera tomarte
fundir nuestros seres en un beso,
olvidar que de este mundo soy preso,
sentir en mis manos ese calorcito que arde

En esos días, no hay vida, no hay muerte.
Todo descansa eterno en tu mirada,
en el calor del fuego que la mantiene aplacada
y en mi loco desvarío que en ella converge.

Pero hay días, sí, días que te siento tan lejos,
no de mí, sino de ti, de tu mirada y tu sonrisa.
y colocando sólidas murallas sobre tus cornisas
me pides, tranquila y breve, “retira tu cerco”.

Perdón, mi intensión no era asediarte.
Simplemente deseaba reflejarme en tu voz,
Escucharme en tus ojos, al ver como sos,
al sentir en mi pecho tu latido constante.

Hay días que te siento tan lejos.
En esos días, toma mi mano, olvida realidades.
Las querellas de hoy son trivialidades.
Te puedes sentir protegida en mis ojos.

En esos días, no hay vida, no hay muerte.
Todo descansa eterno en mi mirada,
en el calor del fuego que la mantiene aplacada
y en tu loco desvarío que en ella converge.

Quimeras...

Estos versos los escribí hace unas semanas. Igual que los anteriores, ya tienen dueña. Son sencillos, pero que le hacemos.
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De quimeras se hace el mundo,
de quimeras y de lunas
eternas, presentes, fecundas
girando eternas hacia el sol iracundo.

Eres mi quimera, perfecta y suave.
Soy luna, por viejo, más que por fértil.
Mi vértice ligero y breve.
Tu toque, perpetuo y febril.

Pero, aunque haya siempre
más lunas que quimeras.
Espero, ojalá, tú quieras,
subir, a esta barca de mimbre.
Y volar, ligera, de mil maneras
cuando te enseñe, paciente y firme.

Primeros versos



Estos versos los escribí hace poco más de un mes. Fue el primer poema que escribí. Siempre había querido escribir pero nunca tenía o la inspiración o el tiempo. No es que ahora lo tenga, pero a ver que peps. Estos versos ya tienen dueña, la responsable de esos versos está a su izquierda, pero creo que son demasiado buenos como para que solo una persona los lea. Jaja, no es cierto, creo que son pobres, pero por algo se empieza.Tampoco espero escribir como Neruda o Benedetti, por ahora, pero este es el primero, y tengo muchos años por delante. Sólo espero que no se lo fusilen.
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Fría,
como la noche azul que ayer caía en mi espalda,
como la eterna soledad que derriba mi alma.
Y mis huesos, carcomidos por la nostalgia
que no hacen más que añorar tu presencia,
tu toque, tu voz, tu mirada.

Bella,
casi como el tierno azul
que cada día despierta al sur.
Tanto como la creciente luna
que te acerca de golpe a mi mirada.

Lejana,
cual las sombras del poniente
que al invitarme a unirme a su incansable danza
desprecian mi vida en su paciente calma.

Yo, mientras tanto, caigo en el hondo vacío de mi existencia.
Titilando por el pavor que produce el saberme lejos de ti.
Soñando mundos mejores, donde otra realidad transcurre,
y mi impasible necedad de buscarte terminó sin agonía

Y tú, fría, bella y lejana, inalcanzable,
eterno lucero que iluminas mi día y mi noche.
Tan lejos de mí. Tan cerca del cielo.

Pero quizá, pueda llegar a tocarte
Si uno de tus haces se acercara,
o si una de mis alas se alza.

Ciudad

Otro poema de Luis García Montero:
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No tuve más remedio que seguirla.

Bajé con ella al día. Conocí
gentes que fueron de mi condición,
conversaciones de palabras lentas.

Hablo de aquella edad que nos otorga
la sensación de verse en un mundo inmediato,
la ciudad que nos llama
en los mismos lugares,
en las mismas penumbras
donde hay ojos que siguen
el deseo desnudo de tus ojos,
amor que pide tiempo,
razones que parecen
tus razones.

Pero de pronto cambia el mundo en las ciudades,

y aunque sé que cultivo mi deseo,
para vivir aquí, entre los jóvenes,
recorro sus caminos y comprendo
que traigo la distancia
no sé si de otra edad o de otra tierra,
testigo de otra gente
que no sabe beber, que tiene prisa,
y que aprende a besarse en los rincones,
con otra historia, con su propio tiempo.

La ciudad no me sigue, va con ellos.

Y escucho atentamente por si algo me llama,
para sentirme vivo,
para ir aprendiendo con la noche
cómo ladran ahora los fantasmas
del tiempo y la poesía.

Fotografías veladas de la lluvia

...Nos duele envejecer, pero resulta
más difícil aún
comprender que se ama solamente
aquello que envejece.

Que atinada reflexión de García Montero